"Todos nosotros empezamos con inocencia, pero el mundo nos lidera hacia la traición". Dishonored nos da la bienvenida a un mundo completamente diferente al nuestro, pero que podría existir en algún lugar muy lejano. Arkane Studios nos presenta un mecanismo con miles de engranajes que encajan a la perfección y que forman una ciudad llamada Dunwall.
Lo especial de esta ciudad es que está viva. Es realista dentro del universo de Dishonored y eso es muy difícil de conseguir. Pero comencemos por el principio. Dunwall es la capital del Imperio de Las Islas. El sistema político de este lugar, además de las características de cualquier imperio, con su emperatriz y sus consejeros, tiene una estructura propia con cargos como el Lord Protector, el Lord Regente o el Decano Supremo. Este último es el máximo responsable de la religión que predomina en Las Islas. Porque, sí, el imperio cuenta con sus propias creencias.
Esta religión se basa en las llamadas Siete Censuras, que vienen a ser algo parecido a los Diez Mandamientos para el Cristianismo. Además, cuenta con su propia moral, jerarquía, símbolos y ritos. Y por si esto no fuera suficientemente interesante, existe una segunda religión, la que adora a El Forastero. Este es un ser que, por cierto, nos otorga los poderes con los que resolvemos las misiones y que reina en un lugar que llaman el Vacío. En Dunwall hay gente que adora a esta divinidad en secreto, ya que son perseguidos, y esconde altares, runas y talismanes en sus casas.
Pero la sociedad de Las Islas va mucho más allá. En el desarrollo de nuestra aventura nos encontraremos libros académicos, de literatura, poesía que nos mostrará una cultura rica en detalles. Nos abrumará la profundidad con la que los desarrolladores han creado este universo con tanta personalidad, que tiene trazos de la revolución industrial. Podremos ver historias personales gracias a conversaciones y cartas que nos encontraremos en las casas de la ciudad. Incluso existe una cultura al rededor de los balleneros, con sus propios cánticos y leyendas. Estos son muy importantes dentro del imperio porque el principal combustible se extrae de las ballenas.
El mundo de Dishonored tiene además sus propias máquinas, sistemas de electricidad y medios de transporte. Todos estos aparatos funcionan gracias a unas baterías de aceite de ballena. Por eso, a lo largo de las misiones, nos encontraremos una refinería de este aceite, oleoductos, puertos comerciales, etc.
Como veis, Arkane se ha trabajado y mucho el diseño de este lugar imposible, que por cierto es precioso a nivel visual. Si no lo habéis jugado, ahora mismo pensaréis que estáis ante un universo inmenso. No habéis visto nada todavía.
Si por sí sola esta ciudad es tremendamente interesante, nada más empezar se nos presenta una situación que lo cambia todo. Las Islas están sumidas bajo una epidemia de peste. Esta se propaga por las ratas, cada vez más numerosas en las ciudades, y transforma en una especie de zombis a los infectados durante el periodo crítico de la enfermedad, después mueren. Este aspecto multiplica por diez la complejidad de este mundo. Hay zonas cerradas en cuarentena. Existen diferentes remedios contra la peste que compiten entre sí. Se paga y trafica con elixires. Incluso, se mezcla con otras sustancias para sacar más beneficio y se utiliza la distribución de estos preparados para contaminar e infectar a ciertos grupos de la población.
Esto, además, hay que unirlo a que la situación política no es la más estable precisamente -y no voy a entrar más en este tema para no hacer spoilers-. Bethesda hizo bien apostando por la propuesta de Arkane. Dishonored es un mundo con dos protagonistas: el personaje de Corvo y la ciudad de Dunwall. Nuestros actos tendrán repercusión en ella, siendo trascendentes para que ciertos acontecimientos ocurran de una forma u otra. Por poner un ejemplo, a la hora de avanzar podremos eliminar o dejar inconscientes a los objetivos; si dejamos muchas muertes a nuestro paso, contribuiremos a la propagación de la peste. Esto significa que la próxima vez que volvamos a esta zona habrá más infectados, zonas cerradas, más ratas y, en definitiva, más caos. Es sencillamente genial.
Dunwall consigue concentrar un mundo complejo, lleno de detalles, de creencias, de leyendas, de costumbres en algo tan pequeño como un videojuego. Si la Fortaleza de ICO jugaba con el minimalismo y las sensaciones, este lo hace con la profundidad, con miles de detalles que forman un lugar imposible, pero verosímil. Después de todo esto, creo que no puedo decir nada más que que estoy tremendamente expectante por ver cómo será Dishonored 2 y, sobre todo, Karnaca, la ciudad tropical donde se localizará.
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